Fue conocido como “El Padre de la Patria en la Antártida” por ser uno de los pioneros en forjar la historia argentina en el continente blanco. Se capacitó con esquimales en Alaska para resistir el frío extremo. Intentó plantar la bandera nacional en el polo sur y, gracias a sus gestiones, el país adquirió el primer rompehielo. Conocé la historia de Hernán Pujato, el hombre que sentó las bases de la soberanía nacional en la inhóspita y espectacular Antártida.
La Antártida y la llegada de la patria
Antes del año 1949, la Antártida contaba con muy pocas bases impulsadas por los países más intrépidos que habían dejado ya su huella. Argentina se sumó pronto a esta temeraria tropilla. En 1949 comenzaron los proyectos para plantar la bandera nacional en algún acérrimo hielo del inexplorado continente blanco. La patria llegaría a la Antártida de donde nunca más se iría.
De este contexto, emerge la figura de Hernán Pujato. Es conocido como el Gran Explorador o El Padre de la Patria Antártica. Nació en Diamante, provincia de Entre Ríos, en 1904. Pujato egresó del Colegio Militar de la Nación y, como hombre de tropas de montaña, adquirió la aptitud de Cóndor Dorado. Aquí comenzaría a sentar las bases de lo que serían sus futuras aventuras vinculadas con los gélidos témpanos de hielo de la Antártida.
La épica antártica y el proyecto de plantar la bandera argentina
En 1949 Pujato es comisionado a Alaska y a Groenlandia para realizar cursos de supervivencia en el frío extremo. De esta manera, inició un fuerte entrenamiento. Fue el que luego le salvaría la vida en numerosas ocasiones durante sus misiones en el continente blanco.
Hernán Pujato ya había perdido algunos dedos por congelamiento durante su preparación en la región cordillerana. Pero esto no fue impedimento para que pudiera realizar con éxito todas las capacitaciones en el frío extremo de la margen norte de América. En las inexploradas tierras de huskys y esquimales, el joven argentino adquirió una invaluable experiencia que luego utilizaría para sobrevivir en la región más extrema.
A principios de la década del ’50 el Presidente de ese entonces, Juan Domingo Perón, dio directivas y apoyo decisivo al proyecto estratégico de Hernán Pujato. Dicho plan consistía en concretar la presencia efectiva del Ejército en el lugar para promover la conciencia antártica; crear un organismo dedicado específicamente a las investigaciones científicas; fundar un poblado con familias; adquirir un rompehielos y, por último, alcanzar el Polo Sur para plantar la bandera nacional.
La llegada a la Antártida, la patria y los nuevos desafíos
Al llegar a la Antártida, Pujato usó todos los medios disponibles para efectuar la ocupación y el relevamiento del inhóspito sector antártico. Utilizó rompehielos, trineos impulsados por perros, tractores a oruga, avionetas y helicópteros. Todo persiguiendo su objetivo final: plantar la bandera argentina en el Polo Sur, el extremo más austral del planeta.
Allí comenzó a construir los pilares de lo que sería la ocupación argentina en un amplio sector de la Antártida. Más adelante en el tiempo, se fueron cimentando las bases argentinas que hasta hoy en día están en pie. Actualmente nuestro país cuenta con seis bases permanentes y siete temporales.
El anhelo del primer rompehielos argentino
Impulsado por el espíritu patriota y por haber pisado el suelo antártico, Pujato le presentó al Presidente Perón un proyecto para adquirir un rompehielos de bandera nacional. Pero, debido al alto costo monetario, la solicitud no prosperó. La negativa no desalentó a Pujato que solicitó autorización para buscar un navío más económico. Esa iniciativa lo llevó hasta los astilleros de Alemania. Allí, halló un buque reactivado en la post guerra, el que compró a muy bajo costo. Así nació el estoico “Sapo”.
Esta nave se convirtió en el primer rompehielos argentino. Su casco era de acero reforzado con soldadura especial. Una verdadera joya para la época. Su nombre original fue Rompehielos ARA Q-4 General San Martín, pero fue apodado como “el sapo” por tener la quilla de forma ovoide.
El intento de plantar la bandera argentina en el polo sur
Mientras el personal de la Base Belgrano se alistaba para el asalto terrestre al Polo, Pujato, piloteando un avión Beaver DHC-2-, junto al sargento Julio Muñoz –a bordo de una avioneta Cessna-, iniciaron vuelos escalonados hacia el Polo. La misión consistía en ir anevizando en distintos puntos para instalar depósitos de combustible que les permitirían penetrar más lejos en cada incursión.
De esta manera, ambos argentinos relevaron regiones nunca antes avistadas en la Antártida. Pero antes de llegar al Polo Sur, algo sucedió. La avioneta de Pujato sufrió inconvenientes técnicos y debió realizar anevizaje de emergencia. El argentino sobrevivió de milagro y escapó ileso de una nave destrozada. Tomando como referencia el avión destrozado, Muñoz, quien iba en la otra avioneta, pudo aterrizar la nave y lo rescató.
Luego de entonar las estrofas del himno nacional, por iniciativa de Pujato, y asumiendo que con una sola máquina no podrían continuar su travesía hacia el Polo Sur, emprendieron el vuelo de regreso a la Base Belgrano. Agradeciendo estar con vida pero, seguramente, reprochándose no haber podido coronar el Polo con la bandera nacional argentina.
Retiro y muerte de un pionero
Pujato fue reconocido en vida como “Ciudadano Ilustre de Diamante”, su pueblo natal; fue nombrado Comandante Honorario del Comando Antártico del Ejército y fue homenajeado por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación. Fue considerado, también, como el padre de la patria en la Antártida.
En septiembre de 2003, Pujato murió a los 99 años de edad. Sus cenizas fueron llevadas por su expresa voluntad a la Base San Martín en 2004, cuando se cumplían los 100 años de permanencia argentina en la Antártida. Desde allí, custodia la soberanía nacional sobre las majestuosas tierras blancas que tanto surcó.
Hermosa historia! No la conocía
Una de las tantas historias de esas personas anónimas que muchas veces hacen cosas grandes pero quedan en el olvido. Saludos y gracias por comentar.
Gracias Patagonia Andina por hacernos conocer historias de nuestro país!
Gracias a vos por comentar. Hay muchos relatos escondidos que merecen la pena ser contados. Saludos